jueves, 27 de enero de 2011

Una mañana en el supermercado

La mañana del lunes pasado me levanté, desayuné, me vestí e hice lo que hago todos los días. Cuando le dije a mi esposa que iba por el periódico ella me dio una lista para que fuese a comprar al supermercado y me dijo que no tardase mucho, pero surgieron algunos problemas.

Llegué al supermercado y vi al dependiente etiquetando los productos de los estantes. Seguí caminando un poco más adelante y me puse a mirar los vinos porque esa noche tenía una cena con mi jefe y quería dar una buena impresión. Como soy miope, pues me puse las gafas y comencé a leer la etiqueta, cuando de repente sentí algo en la espalda, pero y miré y era el dependiente que estaba embobado con mi vecina la Paca, una mujer atractiva, guapa, con un cuerpo diez. El dependiente se habrá chocado conmigo al quedarse embobado con la belleza de Paca, pensé yo, y me me fui a la vitrina de los congelados.

Cuando estaba eligiendo el pescado, vi a una mujer robusta y mucho más alta que yo vestida con un ridículo vestido de flores y un sombrero un poco anticuado, me asusté un poco porque me miraba insistentemente. De repente la mujer me cogió y me llevó a la caja. La dependienta me pasó por la cinta transportadora, la mujer pudo comprarme porque cuando yo creía que el dependiente se había tropezado conmigo era que me había etiquetado, ¡y por muy poco precio!.

Yo le dije a la mujer:

-Pero... ¿oiga mujer que hace?.

-Pues comprarte -me respondió ella.

-Pero si no estoy en venta.

-Pues la etiqueta que pone en su espalda no dice lo mismo.

-Ya, pero es que el dependiente se quedó embobado con una muchacha y me etiquetó por error.

-Ah, vale, pues en ese caso le pido disculpas.

-Tranquila, mujer, que no ha pasado nada.

-Gracias, hasta luego.

-Venga, hasta luego.

Llegué a mi casa con la compra se lo conté a mi mujer y no paró de reír hasta que se le cayó la dentadura. Y hasta aquí mi mañana en el supermercado.

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