El sótano del judío
En épocas muy remotas vivía en una lóbrega casa de Córdoba un viejo y avaro judío, cuya única preocupación durante su vida había consistido en reunir toda clase de objetos preciosos y una gran cantidad de monedas de oro. Deseoso de almacenar una cuantiosa fortuna, vivía miserablemente y no desperdiciaba ocasión de hacer usura a costa de los necesitados.
Tenía la casa un sótano oscuro y profundo, en cuyo interior guardaba celosamente de todas las miradas su cuantiosa fortuna, de la cual sólo tenía noticia su única hija, una doncella hermosísima, que con alguna frecuencia solía entrar en el sótano siguiendo órdenes paternas.
Cuenta la leyenda que una noche en que el judío quería llevar al sótano en secreto un pequeño tesoro recién conseguido, mandó a su hija que lo bajara. La obediente doncella encendió una vela y con el tesoro en la mano bajó las oscuras y empinadas escaleras, hasta llegar a lo más profundo del sótano. Se disponía ya a subir cuando sonaron las campanadas de las doce. De repente, y ante la mirada atónita del judío y el terror de la doncella, se apagó la vela y se cerró la entrada de la cueva.
Entonces un fantasma se rio y dijo:
¿De qué te sirve el dinero ahora? ¿Lo darías a alguien?
El padre intentó abrir la trampilla, pero estaba hechizada y hasta que no cambiara su actitud de usurero, no se abriría la trampilla.
Él seguía consiguiendo dinero, ya teníatanto que casi no cabía en su propia casa.
Esto le dio que pensar al padre, y un buen día se planteó cambiar de actitud y decidió empezar a hacer cosas buenas.
Un día vio a un negrito en un semáforo vendiendo pañuelitos y le dio cuatrocientos euros.
También vio un anuncio de los niños pobres y les dio ropa, juguetes, zapatos, comida, etc….
El fantasma vio que estaba muy arrepentido y cambiado, así que, decidió que debía devolverle a su hija. El padre se quedó sin dinero pero tiene lo más importante a su querida hija y la satisfacción de haber ayudado a los que lo necesitaban, y que después también le ayudaron a él cuando lo necesitó.
Gracias a él ya no hay pobreza en el mundo ni gente que no aprecie lo que tiene.
FIN
Entonces un fantasma se rio y dijo:
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